jueves, 1 de septiembre de 2016

Origen del lago de Pomacochas (Parte I)

Los mitos y leyendas forman parte importante de la literatura. En el caso peruano no es la excepción, pues se acentúa aún más porque gran parte de la historia de nuestros pueblos se transmite de generación en generación; conformándose así los cuentos, mitos y leyendas.

Vista panarámica del lago de Pomacochas. Amazonas, Perú
A continuación vamos a ver el caso de la leyenda denominada Origen del lago de Pomacochas, la cual, localmente, tiene muchas versiones y que es muy conocida en la región Amazonas. Uno que los recopiló fue don José María Arguedas. Él nos narra la leyenda de la siguiente manera.
Mama- Cochas (madre laguna) pario dos hijas: una muy mala y rebelde, la de "Ochenta" (llamada así por tener ochenta huacos); y otra menos mala, la del "Tapial". La  primera encontró su sitio en una Jalca, situada entre San Marcos y Yurumarca, y la segunda se ubicó en la  "Pampa del Tapial", cerca de Chachapoyas.

En el valle de Pomacochas (Laguna de Puma) progresaba un pequeño pueblo,  cuyos habitantes eran muy orgullosos, pues poseían grandes riquezas  extraídas de las minas de Cullquiyacu (Cullqui, plata; Yacu, agua). Jamás hacían una obra de caridad, ni menos daban posada a los transeúntes. Los ricos odiaban a muerte los pobres, y no adoraban al Dios verdadero, pues eran idólatras.

El Taita Amito quiso castigar a esa gente mala, y convirtiéndose en un viejecito harapiento, cubierto de sucias y asquerosas llagas, se presentó en el pueblo. Visitó varias casas; más los dueños le arrojaron puerta afuera, le tiraron piedras y le hicieron morder con sus perros.
El anciano sufría estos ultrajes en silencio, y casi al atardecer llego a las puertas de una chocita muy pobre, donde vivía una mujer con muchos hijitos. Esta le recibió con todo cariño y le ofreció algo de comer.
Colección José María Arguedas donde se encuentra recopilado
la leyenda "Origen del lago de Pomacochas"
El viejecito no acepto alimento alguno, y soló pidió que le dejara descansar un momento y le regalara una flor de azucena y otra de margarita. Luego, dijo a la buena mujer: "he caminado todo el día buscando una persona caritativa, la única que he encontrado  eres tú. En premio de tu bondad  te salvaré la vida, pero es preciso que dejes tu casa y vayas esta misma tarde, con tus hijos, al cerro de Puma Urco (cerro del puma) porque estoy resuelto a castigar el orgullo de esta gente. No vuelvas sino cuando veas al arco iris pintado en el cielo". Dicho esto desapareció. Como la mujer era generosa, contó  a sus vecinos lo que el anciano misterioso le había anunciado; pero estos, llenos de incredulidad, la llamaron loca.